María Chaves
En los últimos días el peronismo
kirchnerista cambió de color, a tono con el degradé que venía construyendo,
tirándose cada vez más a deré. Pero no como expresión de que era una cosa y
ahora es otra, sino como hace el camaleón. Cambia su color, pero mantiene su
esencia: mediante los barones del conurbano, la burocracia sindical, la
bonaerense y la gendarmería (las Tres B), sostener al sistema capitalista
argentino, su burguesía y al capital extranjero e imperialista.
Mientras se trataba de desviar el
proceso abierto con las jornadas revolucionarias de 2001, el peronismo en su
fase kirchnerista se dedicó a dar concesiones a las masas en el terreno de los
derechos humanos, las libertades democráticas y el asistencialismo estatal, con
ayudita clave de la economía internacional, para tratar de relegitimar el
régimen político, al que radicales, centroizquierdistas y peronistas unidos
habían hundido. El proyecto “nacional y popular” encarnado en “Él”, se dedicó a
cooptar a los organismos de derechos humanos, movimientos de desocupados y del
movimiento de mujeres, mientras la burocracia sindical cobraba protagonismo con
la reapertura de las paritarias y el crecimiento económico. Hasta acá la parte
“progre” del relato.
Pero en los últimos años, y sobre
todo las últimas semanas, y más aún durante los últimos días, los escuadrones
de la muerte y la entrega del petróleo al imperialismo ocupan el lugar en
blanco que dejó el cuadro de Videla en el Colegio Militar.
El kirchnerismo no sólo apoyó la
represión de Sapag a los que se movilizaron contra Chevron, también tomó el
discurso de la derecha para ver si pierde un poco menos de votos con Massa.
Dijo “Manos a la Obra”, y en vez de pavimentar las calles de barro del
conurbano que se inundan cada vez que llueve, o dar viviendas dignas para los
millones que viven en las villas, se dedicó a profundizar un operativo de
control social que da miedo. Cámaras de seguridad, gendarmes en cada cuadra y
estación de tren. Requisas a los jóvenes de los barrios populares en las
puertas de las escuelas, en las plazas. Mientras, el crimen organizado impune
con sus negociados. El lema mutó de “Ningún pibe nace chorro” a “Todo pibe es
chorro”, y ahora resulta que los problemas de seguridad se resuelven con palo y
a la bolsa. Vía libre para los asesinos de Luciano Arruga. ¿Y la CTA
oficialista que dice?
Pero el combo es grande y viene
completo. Incluye también ataques a la vanguardia obrera y los luchadores, como
vimos en la zona sur del GBA la semana pasada, con la militarización de la
fábrica de cerámicas Roca con montada en la puerta, carros hidrantes. Linda
alianza entre el gobierno de Scioli, la bonaerense, la UOM y los capitales
españoles. O con la feroz represión del Intendente de Quilmes, el Barba
Gutiérrez con policías y patotas a los afiliados a ATE que tomaban la municipalidad.
O como bien se plantea acá y acá.
Ezeiza
Hace más de 40 años atrás, el 20 de
junio de 1973, Perón arribaba a Ezeiza y con él se calcula que entre
2 y 3 millones de personas a darle la bienvenida, de los cuáles 13 de ellos
fueron asesinados y 365 heridos por las bandas de la derecha peronista, que atacaron
cuando avanzaban las columnas de Montoneros y la JP. Nuestra compañera del PTS
Andrea Robles, en una investigación dedicada en homenaje a su padre César
Robles, dirigente del PST asesinado por la Triple A (Alianza Anticomunista
Argentina) y querellante en la causa contra esta fuerza paraestatal, afirma: “Allí
ocurrió el bautismo de fuego de la derecha peronista, que pocos meses después
organizará los escuadrones de la Triple A con la complacencia del general (…)
El escenario de Ezeiza fue preparado como antesala de un golpe palaciego contra
el gobierno de Héctor J. Cámpora buscando disminuir, y en perspectiva terminar,
con la influencia que la izquierda peronista tenía en el gobierno e impedir
toda forma de organización política de la clase obrera”. (Ver “La
Triple y la política represiva del gobierno peronista (1973-1976)”,
en Insurgencia Obrera en la Argentina 1969-1976 de Ruth Werner y Facundo
Aguirre, Ed. IPS, 2009, p. 449).
Después de esto vino la expulsión a
los Montoneros de la Plaza de Mayo por parte del mismo Perón, al grito de
“estúpidos” e “imberbes”. El peronismo necesitaba sacarse de encima a esa
izquierda peronista que lo apoyaba. Los Montoneros se preguntaron ¿“qué
pasa general, que está lleno de gorilas el gobierno popular”?. No entendieron
que eso era parte de la esencia del peronismo, y terminaron apoyando a sus
propios verdugos.
Hoy, el facho de Granados asumió en
el Ministerio de Seguridad. Su prontuario es elocuente y lo pueden ver acá y acá. Lo acompaña Martín Insaurralde y varios
amigos más, con su reclamo de bajar la edad de imputabilidad a los menores,
como bien se denuncia acá.
Si leen acá asistimos a una pelea entre la
"izquierda" y la "derecha" peronista-kirchnerista. De un
lado, la camarilla pequeño burguesa K, de la que es parte la juventud entrada
en años de La Cámpora, defendiendo la “pureza” del proyecto nacional y popular,
con personeros como Kunkel que fueron a la asunción de Granados pero que dicen
que el kirchnerismo nunca votó una ley represiva (que yo sepa la ley
antiterrorista que se votó en 2005 muy progre no es), o con declaraciones de La
Cámpora acá repudiando la represión en Jujuy y
Neuquén en las que afirman que no hubo nunca represión a la protesta social
(que se lo digan a los obreros y obreras de Kraft y a los Qom de Formosa, las
tierras de Gildo Insfrán). Del otro, Scioli, los intendentes del conurbano y la
bonaerense, la derecha peronista, con ansias de mano dura. El territorio de la
disputa, otra vez, Ezeiza.
¿Pero qué tiene en común, además de
la geografía, esto último con el ejemplo de Ezeiza del 73’? Empecemos por las
diferencias, ya que como toda analogía, es limitada. En el 73’ la burguesía se
preparaba, con Perón como su última carta, para frenar el ascenso obrero y
juvenil, un profundo proceso de radicalización obrera y popular nutrido del
Cordobazo, el Rosariazo, el Viborazo, el Mendozazo y la resistencia
peronista.
Hoy, la situación es
otra. Estamos lejos aún de un ascenso obrero como el de ese entonces. Pero
tampoco hay un Perón ni un movimiento obrero que de su vida por él. Por otra
parte, los Montos y la JP, no son La Cámpora de Máximo y Recalde. Los primeros
creían en la patria liberada y el socialismo nacional, pretendiendo instaurarla
de la mano de Perón, la burguesía nacional y los fierros, con una estrategia equivocada.
A los segundos, entre prebendas y cargos cuesta encontrarles las convicciones,
y los únicos fierros que tienen cerca son los autos de lujo que compran con las
decenas de miles de pesos que ganan ocupando cargos en el Estado.
Hechas algunas de las
diferencias, lo común que hay es la conclusión a sacar. Cómo las alas de
izquierda (Montos y JP de antaño) o progresistas (sectores kirchneristas
varios), en medio de un movimiento, el peronismo, cuyas bases siguen siendo las
Tres B y el poder real basado en eso, terminan siendo funcionales a un
proyecto de conciliación de clases, o sea, de perpetuación del país al
capital extranjero y el imperialismo. Proyecto que después de la "década
ganada", kirchnerismo en declive mediante, parece que viene con garrote y
militarización social.
Al cuento de la juventud a la
izquierda o centroizquierda del peronismo, o kirchnerismo, que presiona contra
su derechización, lo finalizó la misma historia, que ya demostró, en el 73’, el
fracaso de la política de apoyar a un movimiento burgués pro empresarial como el
peronismo. Por más que duela al relato, la discusión no es izquierda
kirchnerista vs derecha kirchnerista. El kirchnerismo viene con Granados,
Milani, Marambio, Insaurralde, Berni, Insfrán, Gioja, Alperovich, y siguen las
firmas. Como dice un amigo, al que le guste el durazno que se coma la pelusa.
Apoyar a CFK hoy, es bancar a los escuadrones de la muerte, el gatillo fácil,
el Proyecto X y la militarización de los barrios. Para enfrentar a la Triple A,
había que enfrentar a Perón. Para enfrentar la mano dura, hay que enfrentar al
kirchnerismo, sus gobernadores y sus fuerzas de seguridad, a la vez que a las
opciones patronales y burguesas como Massa, el FAP, PRO.
A la izquierda del
kirchnerismo, el Frente de Izquierda
Además de la buena elección de Massa,
la novedad de las PASO es la muy buena elección del Frente de Izquierda, que
hacia octubre se juega a mejorar su performance electoral. Tenemos que saber
aprovechar en clave revolucionaria esta simpatía que generó la izquierda en
amplios sectores del movimiento obrero y la juventud. Asistimos a los
primeros inicios de lo que vendrá, y de cómo la burguesía se prepara para
lanzar granadas contra el movimiento obrero y los sectores populares. Pero
en un contexto de crisis capitalista mundial y debacle del partido de gobierno,
no hay un Perón, ni el conjunto del movimiento obrero “da la vida por Perón”. Asimismo,
la columna vertebral del peronismo –la burocracia sindical- sufre de
escoliosis, y ruptura de vértebras por doquier, y también de un movimiento
obrero que se le escapa de las manos, con el surgimiento de cientos de
delegados de base donde la izquierda trotskista, y especialmente el PTS, tiene
influencia. Avanzar en la construcción de un partido de combate, que si
conquista bancas parlamentarias, que pareciera ser lo más probable, las utilice
en forma revolucionaria como nuestro compañero Raúl Godoy, dirigente del PTS y
legislador provincial neuquino por el Frente de Izquierda, para enfrentar el
pacto gobiernos-Chevron o para apoyar a los obreros griegos que enfrentan la
brutal crisis capitalista que azota a su país, y que se prepare para enfrentar
a las Tres B, es la tarea, con la organización de fracciones obreras y
estudiantiles a lo largo y ancho del país, en las principales fábricas, lugares
de trabajo, colegios y universidades.